“Para nosotros las mujeres en ese entonces eran nuestra mercancía”
“Un gramo de cocaína se vende una vez, pero los servicios sexuales de una mujer se pueden vender hasta 40 veces al día”, bajo este razonamiento operan los tratantes mexicanos. “Sin mancharse las manos”, expresó Enrique, un expadrote que operaba en la Merced, en la Ciudad de México.
Los “chulos” mexicanos, no venden droga prefieren ofrecer mujeres y niñas, algunos las secuestran, pero otros más las enamoran.
Enrique ofreció una detallada entrevista al portal Sin Filtros sobre cómo operan los tratantes de blancas en la capital mexicana.
Desde los años 70 los padrotes han desarrollado todo un manual de conquista y engaño el cual es trasmitido de generación en generación. En menos de tres meses tienen que enamorar a su objetivo. Detectan a las más débiles, quienes provienen de una familia problemática o han sido víctimas de maltrato antes de caer en un lugar peor.
Los padrotes saben cómo ilusionarlas con promesas de una vida mejor. “Verbo mata carita”, dicen ellos.
No tienen que ser guapos sino “tener labia”, dice Enrique en la entrevista, para lograr convencer a sus víctimas. Y siempre siguen una regla de oro: jamás enamorarse de su mercancía.
El entrevistado formaba parte de un clan familiar el cual enamoraba a mujeres y a niñas para luego prostituirlas varias veces al día. Eran los Garfias, una de las familias de padrotes más importantes de La Merced, el barrio de prostitución más grande de América Latina.
Este testimonio sobre la trata de mujeres en México detalla cómo las víctimas son obligadas a tener de 30 a 40 violaciones diarias para reunir de 7 mil a 10 mil pesos o más, esto aun cuando estuvieran en su periodo, muchas veces golpeadas y maltratadas.
El expadrote fue finalmente encarcelado y permaneció en prisión por 12 años hasta que fue puesto en libertad.
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