El ambiente en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) es mortuorio.
Desde el momento en que se conoció (antenoche) que el canciller Luis Videgaray y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, habían sido recibidos en Washington con un portazo en las narices por parte de Donald Trump –él anunció la firma de un acta ejecutiva para la construcción del muro–, las expectativas se derrumbaron.
Pero no sólo eso. La reacción de diplomáticos y funcionarios que deambulaban ayer por los pasillos de la cancillería –a la “ofensa” del Presidente de Estados Unidos, que ya para esos momentos era un hecho– pasaban del pasmo al enojo, a la preocupación, la indignación, e incluso al miedo.
La humillación que padecían –todos asumían como propio el maltrato a los enviados mexicanos, pero sobre todo a nuestro país, a México– los llevaba a sumarse al clamor de destacadas figuras que demandaban la cancelación del viaje de Enrique Peña Nieto a Washington, previsto para el martes próximo.
En Los Pinos, el propio Presidente de México evaluaba la conveniencia de evitar el encuentro con Trump en estos tiempos (al momento de cerrar esta columna aún no se tomaba una definición al respecto).
Pero lo cierto es que, se apersone o no en Washington, la visita de Peña ya se arruinó.
Posibles respuestas de México.- La indignación que corría en las distintas oficinas del gobierno llevaba a considerar –y a poner sobre el papel– varias medidas posibles a tomar. A saber:
-En primerísimo término, suspender todos los programas de cooperación, comenzando por suspender a los agentes de la DEA y expulsarlos del país “con todo y sus armas”; así como invitar a salir de México al jefe de la oficina de la CIA y al Homeland Security.
-En materia económica, evaluar la denuncia del Tratado de Libre Comercio, con lo que ningunaempresa de EU, ni de Canadá, podrá participar en las licitaciones de compras gubernamentales y en algunas obras de energía e infraestructura.
-Por lo que toca a la lucha contra el narcotráfico, dar por terminada la Iniciativa Mérida. Y avanzar en otro sentido: aprobar la legalización de la producción de la mariguana y someter a Naciones Unidas el derecho a producir legalmente amapola, tal como se hace en otros países (Francia, Turquía, Rumania).
Todas estas medidas, precisan, deberían echarse a andar “en escala proporcional” a lo que se nos haga, “y de manera gradual”.
Fin de una era.- La hostilidad del mandatario estadunidense hacia México –concretada con una seriede medidas contra nuestros connacionales y nuestro país– acaba con la época de acercamiento que viene de los tiempos de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) para acá.
Marca, además, el fin de un modelo económico (concretado en el TLC), en el que México ha marchado como cabús de la locomotora estadunidense.
Y se echa por tierra la existencia de una América del Norte de la cual, supuestamente, México formaba parte (junto con Estados Unidos y Canadá).
GEMAS. Obsequio de Donald Trump: “Nuestro decreto le pone fin a la política de ‘capturar y liberar’ en la frontera y le pide a otros países que vuelvan a recibir a sus criminales. Elimina las ciudades santuario y le da poder a los policías de expulsar a las personas que son un riesgo”.
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