Escena uno: Joaquín El Chapo Guzmán destruye los surtidores contra incendio de un salón de reuniones con abogados defensores lo que causa una inundación incontrolable.
Escena dos: Guzmán quiebra uno de los discos compactos con pruebas de audios que le entregan sus abogados y con uno de los fragmentos se causa heridas profundas en todo el cuerpo para inducir ser trasladado a un hospital en el que las medidas de seguridad son mínimas, Escena tres: Guzmán toma como rehenes a sus abogados bloqueando con muebles la entrada al salón de reuniones y amenazándolos con tubos de metal y cables que ha arrancado del cielo raso.
Estas son algunas de las situaciones que el gobierno de Estados Unidos teme que puedan ocurrir en la prisión de Nueva York donde el acusado narcotraficante Guzmán Loera está a la espera de un juicio, según un informe elaborado por un capitán del centro carcelario, El documento fue presentado por los fiscales del caso para sustentar la desaprobación de que se reacondicione un salón contiguo a la celda de Guzmán para revisar pruebas electrónicas (audios en su mayoría) con sus abogados.
Los escenarios de riesgo están colmados de detalles cinematográficos. Por ejemplo, si Guzmán decidiera causar la inundación “podría usar los cables que hay en el salón para electrocutar a los demás o a él mismo”, afirma el reporte.
El gobierno se vio forzado a presentar este inventario de temores ante las quejas de los abogados de la defensa de que no tienen contacto directo con Guzmán durante las visitas en las que deben analizar pruebas.
Guzmán, quien escapó dos veces de prisiones de alta seguridad en México, debe permanecer en la celda especial mientras se comunica con sus abogados a través de una lámina de plástico (plexiglás) que esta rayada y sucia, según lo admitió la magistrada Roanne L. Mann que analizó los argumentos de las partes.
Los abogados de la defensa sostienen que es muy difícil mostrar documentos a su cliente a través de la lámina y mucho más engorroso escuchar los archivos de sonido que Guzmán quiere compartir con ellos desde un computador portátil que tiene en su celda.
Guzmán, de 60 años, está confinado en una Unidad de Reclusión Especial (Special House Unit, SHU) del Metropolitan Correctional Center en Manhattan desde que fue extraditado desde México el 19 de enero de este año.
Por órdenes del fiscal general de Estados Unidos y considerando que en sus fugas Guzmán contó presuntamente con la cooperación de abogados y familiares, las visitas han sido limitadas y el preso no puede conceder entrevistas a los medios. De hecho su actual esposa, Emma Coronel no está autorizada para verlo en la prisión. El piso donde se encuentra es conocido como el 10 sur.
Ante los inconvenientes de comunicación, la defensa propuso la refacción de un salón contiguo a la celda que ha sido usado para los encuentros entre los detenidos de Guantánamo, acusados de terrorismo, y sus defensores. Los fiscales respondieron que la remodelación de lugar, eliminando los riesgos descritos, podría costar unos 150 mil dólares y tomaría varios meses.
La magistrada Mann, quien ya escuchó los argumentos de ambas partes, concluyó el pasado miércoles que las condiciones de riesgo son remediables y que el Buró de Prisiones debe autorizar al acusado las visitas con sus abogados “tan pronto como sea razonable y práctico”.
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