El agente especial alerta de que interceptan en Nueva York 10 veces más heroína que hace siete u ocho años. La ciudad es "el gran hub" en Estados Unidos
El agente especial James J. Hunt, a cargo de la Agencia Antidroga de Nueva York (la DEA, en sus siglas en inglés), es un veterano en la batalla.
Policía neoyorquino desde el 82 y formado en la academia de Quantico, ingresó a la agencia en el 85. A lo largo de su carrera, ha visto pasar el negocio de la droga de manos de la mafia a los cárteles de Colombia y México.
Ha asistido a la caída de las familias italianas y de los reyes del narcotráfico. Cuando Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, fue extraditado, Hunt y sus hombres le esperaban en el aeropuerto. Pero nada de eso bastará, dice, mientras que haya demanda.
Desde su despacho en el sur de Manhattan, aborda la epidemia de opiáceos que castiga a Estados Unidos y reconoce que Nueva York es el gran hub de la heroína del país. Evita pronunciarse, sin embargo, sobre el polémico proyecto de Donald Trump de construir un muro en la frontera mexicana.
Pregunta. Sabemos los nombres de esos narcos que controlan el tráfico de heroína desde México. ¿Pero quiénes llevan el negocio aquí?
Respuesta. Ha cambiado. Hace 40 años, la mafia traía la heroína de Europa, de Sicilia o de Turquía, y la vendía a traficantes afroamericanos, como Nicky Barnes o Frank Matthews, e hispanos. En Nueva York, sobre todo puertorriqueños. La mafia fue expulsada cuando los colombianos empezaron a producir heroína, sobre los 80 y los 90, porque bajaron el precio hasta alrededor de la mitad. Los colombianos la suministraban y en la calle la vendían pandillas dominicanas. Pero hace unos 15 años, los colombianos sufrieron un buen revés de la justicia y todos aquellos nombres, Ochoa, Escobar, Gacha… Todos están muertos o en la cárcel. Así que los colombianos listos decidieron que, en lugar de lidiar con los estadounidenses, sería mejor vender su mercancía a los mexicanos. Eso ocurrió en Nueva York y sobre todo en el corredor Este. Pero los mexicanos no están en la calle, ellos negocian con los dominicanos.
P. ¿Ya no interviene la mafia?
R. No pueden competir en precio. La mafia cobraba unos 200.000 dólares por kilo y los dominicanos están comprando esos kilos a los mexicanos por 60.000, 50.000 o 70.000 dólares. Antes todas las familias italianas estaban en eso. Los Bonano seguramente eran los principales y tenían una facción siciliana, gente no nacida en EE UU. Tenían las conexiones con Sicilia y Turquía. Pero desde la Pizza Connection [un famoso juicio de 1985 a una empresa mafiosa que distribuía droga] han sido casos esporádicos. Y nada comparado con los mexicanos. Hace unos años encerramos a un tipo de la mafia, Gene Gotti, que es el hermano de John Gotti, y estaba comerciando con cuatro o cinco kilos. Y era uno de los tipos grandes… Los dominicanos están moviendo entregas de 60 kilos.
"Puedes detener a el Chapo, pero el problema seguirá mientras haya demanda. Hay que luchar contra la adicción".
P. ¿Y cuáles son los grandes nombres en Nueva York?
R. No hay una jerarquía como en las mafias, con un jefe, unos capitanes y unos soldados. Los traficantes dominicanos están muy fragmentados y negocian con los narcos mexicanos a nivel individual. Allí sí tienen esa estructura más o menos formal [de cárteles]. P. Eso les hace más débiles, en teoría, pero también más escurridizos.
R. Sí, porque no tienen esa estructura. Con la mafia en Nueva York solo tenías que sentarte delante de un club en Bensonhurst o la Avenida Pleasant y veías a todos los miembros de la familia, porque todos debían ir a despachar con el jefe de la familia una vez por semana, eran muy visibles. Ahora es más difícil. Además, muchos no son estadounidenses.
P. ¿Cómo se han construido esas redes?
"Las familias de la mafia ya no pueden competir en precio. Los colombianos redujeron el coste prácticamente la mitad"
R. Hace un tiempo arrestamos en el Bronx a tres traficantes dominicanos, les incautamos cuatro millones de dólares en efectivo y tres kilos de heroína. El dinero se iba de vuelta a México, a cambio de la heroína. Es un buen ejemplo de cómo funciona: me das un par de kilos de heroína y yo te envío el dinero de vuelta, la próxima vez te doy cuatro y haces igual, y así vas creando una confianza hasta que montas una estructura que crece exponencialmente. Nunca empiezas de golpe con 50 kilos.
P. Nueva York es un punto especialmente caliente.
R. Nueva York es el hub de la heroína en Estados Unidos. Se intercepta más aquí que en ningún otro sitio, de lejos, una tercera parte del total.
P. ¿Cuál es la principal vía de entrada? ¿El puerto?
R. Ya no llega tanta a través por ahí como antes. Los mexicanos no necesitan transportarla por barco, como los colombianos, la pueden pasar a través de la frontera. Miles de tráilers la cruzan cada día y ellos los usan. Ocurre lo mismo con el dinero. Una vez sabíamos que uno llevaba carga, pero lo habían escondido en el eje, así que nos llevó como un día y medio encontrarlo. En otra ocasión encontramos cuatro millones de dólares que estaban enviando a México dentro muebles, unos muebles que se habían fabricado especialmente con compartimentos secretos. También hemos descubierto muchos túneles.
"La colaboración con México es muy buena. Han recorrido un gran camino"
P. ¿Cómo es la colaboración con las autoridades mexicanas?
R. Muy buena, trabajamos estrechamente. Han recorrido un gran camino, han avanzado mucho en la lucha contra los narcóticos. No tendríamos al Chapo si no fuera por sus fuerzas de seguridad y su Gobierno. Allí nosotros tenemos a gente, pero no somos una fuerza de seguridad.
P. También hay un gran flujo de armas ilegales en dirección a México.
R. Los tipos malos necesitan armas. En Estados Unidos tenemos muchas, muchas empresas que las fabrican y estos traficantes quieren tantas como puedan conseguir. Depende del estado en el que estés, es fácil comprarlas. Así que es una relación complementaria. Los de Nueva York son tipos que suelen ir a las Carolinas o a Virginia, hacen que vaya gente allí y se las compren.
P. ¿Cómo ha vivido en la DEA este boom de la heroína?
R. En Nueva York estamos interceptando 10 veces más heroína que hace siete u ocho años. Si me hubieran dicho entonces que cogeríamos tanta no me lo hubiera creído. Desde 2009 se ha ido duplicando cada año. El problema es que hay una gran población de adictos, y ese es nuestro reto, porque la heroína no tiene un valor intrínseco, no es como el oro. Si no tienes a quién vendérsela, solo es un montón de polvo. Puedes detener a hombres como El Chapo, pero mientras haya demanda, tendrás el problema. Hay que conseguir que las nuevas generaciones no prueben la heroína. Hay gente que prueba la cocaína, o la marihuana, luego madura, encuentra un trabajo y no lo vuelve a hacer. Pero la heroína toma todo tu cuerpo y tu alma.
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