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VÍDEO: EL COMANDANTE “JUANITO” JEFE DE SEGURIDAD DE “EL CHAPO” y "LA MARCA NUMERO 19" QUE PUSO FIN A LA LEYENDA

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No hacía mucho tiempo que Joaquín El Chapo Guzmán había escapado del penal de Puente Grande en Jalisco; ya había celebrado con los suyos en Badiraguato su regreso después de haberse ocultado durante un tiempo en Nayarit, era de esperarse de igual manera el abrazo y bienvenida de parte de El Comandante para el niño que se convirtió en su patrón. Durante de los recorridos en sus campamentos clavados en la de Sinaloa, tanto Guzmán y el pistolero decidieron posar juntos para una que se acoplò al vasto que documenta la constitución del capo de capos mexicano

Nacido el 26 de junio de 1939, Juan Gutiérrez Ortega fue oriundo del pequeño rancho que, con el respaldo de los humildes agricultores de la sierra de Badiraguato, puso por nombre La Tuna. Al pasar de los años, El Viejito como también le apodaban, ayudó levantar el lejano espejismo que significaba una sociedad organizada en el pequeño rancherío, pero la realidad torcía aun màs que las esperanzas: en las montañas olvidadas por Dios nadie prospera sin la ayuda de la ilegalidad, la cual se manifestaba con el cultivo, exportación y comercialización de las plantas malditas como la mariguana o la preciada goma del opio, precursor natural para la elaboración de la heroína.

El Comandante era una de las pocas que resaltaban en cuanto a producción de “mercancía” se refiere, pero ni el gobierno local, estatal ni mucho menos el federal intervinieron para que Juan pisara la cárcel; en aquellos tiempos ­entre 1950 a 1980­ el contrabando de drogas era bien visto por las autoridades mexicanas y estadounidenses, màs que nada por la demanda creciente de los veteranos de la II Guerra , la guerra de Corea y finalmente la de Vietnam. Pero llegó el momento en que la supuesta moralidad empezó a calar en las grandes urbes exigiendo de una manera natural a los gobiernos hacer algo respecto a las crecientes estadísticas de adictos a los estupefacientes.

Varios capos empezaron a surgir pero también a caer conforme pasaba el tiempo; El Comandante siempre fungió en sus actividades ilícitas en un bajísimo perfil, sin tener la necesidad que casi es como requisito para cualquiera que se introduce al narcotráfico: una insaciable ambición por el poder. Es bien sabido que en el rancho La Tuna habita o habitó sin lugar a dudas la mayoría de los miembros del clan de los Guzmán­Loera, destacando uno de los primeros hijos del matrimonio entre Emilio Guzmán Bustillos y Consuelo Loera Pérez: Joaquín Archivaldo.

Conociendo de su existencia, Juan sabía del potencial que cargaba El Chapo; las anécdotas de la flagelante y triste infancia del que ahora es el narcotraficante màs buscado del mundo eran narradas por su en las que revelaba la fascinación de Joaquín por obtener la de pequeños privilegios que tenia su padre cada vez que lograba vender la mariguana a los representantes de los traficantes de Cosalà, Sinaloa, como ser un fiel parroquiano de los bares del hermoso pueblito, los servicios de las sexoservidoras y una sonrisa de oreja a oreja. Claro, todo eso hasta que tenía que volver a La Tuna y esperar hasta la próxima cosecha. La astucia del joven Chapo lo llevó a originar la idea de cultivos independientes a los de su padre; un inteligencia maquiavélica que lo encaminó a donde ahora esta, provocando que Juan Gutiérrez jamás se le despagara cada vez que llegaba a la sierra separada por unos kilómetros al este de Culiacán, la capital de Sinaloa.

Descrito como un hombre fiel a su esposa pero aun así “enamorado” (en una foto publicada en Facebook se le mira posando con dos voluptuosas mujeres), valiente y hasta filántropo para la comunidad que èl mismo participó en forjar, El Viejito se convirtió en uno de los miembros mas longevos del Cartel de Sinaloa, en la facción de Joaquín Guzmán.

Con unos lentes de Sol muy característicos de su persona e identificado como el encargado de una de las màs importantes células de sicarios al servicio de El Chapo Guzmán en el Triangulo Dorado (la unión montañosa entre Chihuahua, Sinaloa y Durango), El Comandante Juan protagonizó por lo menos dos episodios violentos que se inmortalizaron en corridos compuestos por los grupos de musica norteña Los Canelos de Durango y Los Alegres del Barranco, respectivamente. Las liricas de una de las canciones dicta un enfrentamiento entre los hombres de El Viejito y una banda rival que supuestamente había tomado por la fuerza el poblado de El Arroyo Seco, aproximadante a 80 kilómetros al noreste de la cabecera de Badiraguato. De acuerdo a la tercera estrofa de la balada titulada El Comandante Juanito, Gutiérrez Ortega recibió impactos de bala que lograron someterlo pero alcanzó la victoria con una ofensiva a sus rivales por medio de los disparos de una Colt .38 Súper.


El Comandante presumía de sus relaciones de amistad y atención con El Chapo, Mario Ismael Zambada García El Mayo y Alfredo Beltrán El Mochomo, aunque el grupo de los Guzmán y los Zambada terminó traicionando al clan Beltrán Leyva por llegar a considerarlos una amenaza màs. Exponiendo con orgullo el tener 18 cicatrices de balas en su cuerpo, la marca nùmero 19 puso fin a la leyenda de Gutiérrez Ortega a mediados del 2011 cuando en otra ofensiva ordenada por el mismo Guzmán Loera, resultó herido de muerte.

Para cuando El Chapo descendió en una avioneta de las cuales casi siempre usa su gente para trasportar los cargamentos de hierba a la frontera, El Comandante Juan llevaba días de muerto siendo su ultimo aposento una casa de La Tuna. 

Preocupada por la densa presencia militar en el rancho, Consuelo Loera, la madre de el jefe del Cartel de Sinaloa le rogó a su hijo el cambio de decisión para que no llegara a despedirse de su amigo ya que corríapeligro de ser arrestado o abatido en un caso de resistirse a la autoridad. El corrido narra a un Chapotemerario y dispuesto a pasar frente a los soldados solamente para darle el ùltimo adiós a GutiérrezOrtega, aunque ya es algo famoso el control que ejercercen los secuaces del narcotraficante sobre los elementos castrenses que "patrullan" los caminos empedrados de Badiraguato. 

La memoria de El Comandante Juan fue preservada por la alcaldía del municipio en forma de estatua la cual lleva como leyenda las obras humanitarias producto de la generosidad de uno de los fundadores de La Tuna, pero que a la misma vez demuestra monumentalmente el desinterés del gobierno federal en acabar con el problema del narcotráfico desde la raíz.

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