Decenas de elementos de élite de la Armada de México, mantuvieron sitiada gran parte de la sierra baja de Badiraguato durante la semana pasada, luego de filtrarse información de que Rafael Caro Quintero se encontraba oculto en esa zona.
“Sabemos que aquí sigue, y por eso continuamos en la zona, porque la orden es atraparlo vivo o muerto, y vamos a llevárnoslo. ¿Cómo lo vamos a llevar? Que él decida”, dijo uno de los elementos de la Marina que patrullaban la zona, y a quien Ríodoce entrevistó.
De acuerdo a testimonios de residentes de las comunidades de La Noria, Las Juntas, Babunica y Bamopa, los marinos habrían arribado desde el pasado miércoles 7 de marzo en cuatro helicópteros tipo Black Hawks, desde donde, sin siquiera aterrizar, bajaron a rapel de las aeronaves para entrar de manera violenta a algunos domicilios en busca del narcotraficante.
“Estábamos herrando ganado cuando de la nada teníamos dos boludos encima, y en segundos ya estábamos rodeados (por marinos), y apuntándonos a la cabeza nos preguntaban dónde estaba don Rafa”, narró un residente de La Noria, quien prefirió no revelar su identidad por temor a alguna represalia.
El vaquero agregó que, simultáneo al amago, varios uniformados se dirigieron al rancho de doña Hermelinda Quintero, y violando puertas y candados, entraron a la vivienda en busca del sinaloense, al tiempo que otros marinos lo tomaban a él y a su compañero con violencia, y apuntándoles al rostro les decían: “A ver hijos de la chingada, ahorita nos van a decir dónde está su patrón, porque la orden es llevarlo vivo o muerto”.
Ese tipo de acusaciones fueron confirmadas por residentes de Babunica, incluyendo la comisaria del ejido, Erika Serrano, quien dijo que había recibido quejas de los moradores, tanto hombres como mujeres, los que acusaron abusos de los elementos castrenses, incluyendo robo, maltrato físico y psicológico, y en algunos casos, amenaza de muerte.
“Nosotros entendemos que ellos (los marinos) están haciendo su trabajo, pero no tienen por qué tratar mal a la gente, y menos andar sembrando terror entre nosotros, porque en primer lugar la gente no tiene obligación de decirles dónde está este señor, aun cuando ellos supieran dónde se encuentra”, expresó la comisaria de Babunica.
La presencia de los marinos, agregó la funcionaria, obligó en los días posteriores a que muchos vaqueros, campesinos, y residentes de esa zona, migraran a otros lugares por temor a ser detenidos y golpeados por los uniformados.
“Es que se nos han reportado muchos abusos; hombres que fueron torturados, les han quitado motos, vehículos y lo que pueden, porque les exigen que se les diga donde está este señor Rafael Caro, pero ellos no tienen pruebas para acusarlos, ahora bien, si dicen que está aquí, que lo busquen ellos, y que se lo lleven”, enfatizó.
En Culiacán, grupos activistas como el Frente Cívico Sinaloense (FCS) y la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (CDDHS) confirmaron que en los últimos 10 días, recibieron decenas de quejas de residentes de la sierra de Badiraguato, quienes acusaron a los marinos de violentar sus derechos como ciudadanos.
“Es preocupante lo que está ocurriendo en la sierra de Badiraguato, porque no es la primera vez que ocurre este tipo de abusos por parte del Ejército o de la Marina en donde sabemos que, abusando de su poder, golpean y roban a la gente, sembrando miedo entre la población, y nosotros ya estamos armando una carpeta con los abusos, para enviarla a la Comisión Nacional de Derechos Humanos para que tomen cartas en el asunto, y se haga algo”, dijo Miguel Ángel Murillo, encargado del área jurídica del FCS.
La Secretaría de Marina negó por su parte que su personal se encuentre operando con maneras que violenten los derechos humanos, aclarando además que ellos no están buscando al narcotraficante.
“Hasta el momento no se cuenta con información que confirme que nosotros estamos siguiendo a miembros de la Delincuencia Organizada en esa zona”, explica un comunicado de esa dependencia enviado a este semanario.
No obstante, la búsqueda de Rafael Caro Quintero es real, y según marinos entrevistados en las diferentes comunidades, el lugar sigue sitiado porque la orden es no moverse de la sierra hasta que encuentren a Caro Quintero y se lo lleven.
“Sigue aquí. Es lo que puedo decirle, y tenemos cercados todos los accesos y puntos estratégicos, y es difícil que alguien salga de aquí sin que no nos demos cuenta”, sostuvo uno de los marinos, entrevistado cerca del poblado de Las Juntas.
Rápido y silencioso
El operativo habría iniciado el miércoles 7 de marzo, alrededor de las 5:00 de la tarde, y aunque en la sierra de Sinaloa impera un intenso silencio propio del monte, nadie logró escuchar los seis helicópteros que, de forma simultánea, llegaron a Babunica, La Noria y Las Juntas, dos en cada población.
“Lo que nosotros creemos es que los boludos estaban bien arriba, de modo que no los escuchamos ni los vimos, y cuando ya estuvieron listos se dejaron venir con todo, y no aterrizaron como ya le dije, sino que echaron cuerdas y desde arriba bajaron”, dijo el vaquero de La Noria.
Según otros testimonios recabados en esos pueblos, habrían sido dos helicópteros los que aterrizaron en La Noria, otros dos en Babunica, y otros dos en Las Juntas, y a partir de ahí ya nadie se salvó: los marinos sitiaron cada rancho y a partir de ese momento inició la búsqueda y los interrogatorios.
“Ya nos tenían rodeados, cuando dos marinos me agarraron, me amarraron las manos, y me preguntaron que dónde estaba don Rafa, y yo qué iba a saber dónde estaba ese señor, y me empezaron a golpear con una tabla las nalgas y las piernas hasta que me las dejaron moradas”, dijo el vaquero, mientras mostraba las heridas.
A esa misma hora, moradores de Las Juntas y de Babunica también eran sometidos, incluso, se dice que motos y camionetas les fueron decomisadas sólo porque traían radios para comunicarse entre ellos.
“Nosotros traemos radio no porque seamos gente de un cártel, sino para comunicarnos entre nosotros porque para acá no hay señal de teléfonos ni nada, y es la única forma de comunicarnos”, mencionó un pipero que movía agua de Bamopa a las diferentes rancherías de esa zona, incluyendo Babunica.
“Feo estuvo todo oiga, ¡muy feo!”, exclamó.
Pero no sólo hombres habrían sido abusados, sino también mujeres; una de ellas, la encargada de la tienda Diconsa que se encuentra en el poblado Guanajuato, a la orilla de la carretera, a cuyo abarrote llegaron tres marinos para pedirle información sobre el paradero de Rafael Caro Quintero.
“Yo les dije que no sabía nada de eso, y ellos me gritaban que no me hiciera pendeja, porque ellos sabían que yo le surtía sus alimentos, y que si no cooperaba con ellos me iban a violar”, dijo la mujer.
Leonel Aguirre Meza, presidente de la CDDHS explicó que, aún cuando una persona sepa dónde se encuentra un acusado, no se le puede acusar de encubrimiento por el simple principio de que la ley protege al ciudadano, y éste no puede ser obligado a informar ni dar información a la autoridad de ninguna índole.
“Puede ser amigo, incluso familiar de un imputado, y eso no quiere decir que deba informar a la autoridad sobre el paradero de una persona, así la autoridad sea militar o civil o quién sea, la ley ampara a esta persona”, sostuvo Aguirre Meza.
Hasta el cierre de esta edición, la presencia de los marinos se mantenía en la zona, y aunque oficialmente no se habían registrado enfrentamientos, la gente no parecía muy contenta con la presencia de los uniformados, quienes según insistían que “Caro Quintero seguía oculto en la zona”.
Vamos a atraparlo: DEA
Para la DEA, este tipo de operativos son una prueba de que será cuestión de tiempo para que se arreste a Caro, y por ello trabajan coordinadamente con el gobierno de México en labores de inteligencia para dar con su paradero, y enfrentarlo con la justicia de Estados Unidos.
—Él dice que ya pagó su culpa —se le comenta vía telefónica a Melvin Patterson, vocero de la Agencia Federal Antidrogas (DEA), durante una entrevista telefónica, a lo que el funcionario estadounidense exclama:
—Es lo que él quiere, es su forma de ver las cosas, pero nosotros tenemos otra perspectiva, y es muy diferente a como él lo ve, y lo vamos a traer a Estados Unidos para que pague por los delitos que se le imputan.
Según el expediente 2:87-cr-00422, radicado en una corte federal del Distrito Central de California, Caro Quintero es acusado de homicidio, delincuencia organizada, lavado de dinero, secuestro y homicidio en primer grado del agente federal Enrique Camarena, aun cuando ya fue juzgado en México por esos mismos delitos.
Luego de su liberación, en agosto de 2013, un juez federal mexicano ordenó su reaprehensión luego que el gobierno de Estados Unidos solicitara su arresto para su inmediata extradición, pero desde entonces, el antiguo líder del Cártel de Jalisco, se la ha pasado a salto de mata sin que el gobierno logre detenerlo. Pero esta vez se lo van a traer, dicen:”vivo o muerto”.
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