La organización Reporteros Sin Fronteras, RSF, afirma que, para el ejercicio del periodismo, México está compuesto por dos tipos de regiones: las zonas críticas y las zonas silenciadas.
Las zonas silenciadas son aquellas en las que el periodismo ha sido acallado por completo. Ignoramos, en consecuencia, lo que ocurre en esas regiones. Ahí, los periodistas han sido amenazados o agredidos. Algunos optaron por dejar de reportear. Otros tuvieron que desplazarse, y abandonarlo todo.
De acuerdo con la organización, hay zonas silenciadas en Tamaulipas, Veracruz, Sinaloa y Guerrero. Se trata de tierras sin ley, dominadas por el crimen organizado, la mayor parte de las veces en siniestra colusión con autoridades locales.
Ahí, los pormenores de la vida cotidiana no suelen llegar a los medios que siguen funcionando. Según Balbina Flores, representante en México de Reporteros Sin Fronteras, los periodistas que habitan dichas zonas se hallan “frente al Estado de Miedo”.
Por un lado enfrentan criminales con perfil extremadamente violento, y por otro, un escandaloso nivel de corrupción en los políticos. “Nadie puede interesarse ‘demasiado’ en casos delicados”, explica Flores. Las llamadas y los mensajes amenazantes no se hacen esperar. Y, a veces, todo termina con un asesinato a sangre fría.
En los registros de RSF, Reynosa, Tamaulipas, es una zona silenciada. En Veracruz, regiones de la parte sur del estado, como Acayucan, Jáltipan, Minatitlán y Coatzacoalcos, han sido silenciadas.
En Sinaloa, localidades próximas a la zona serrana, pero también ciudades grandes, como Mazatlán y Sinaloa, se hallan en la lista de RSF.
La razón: es alto el número de periodistas a los que los propios grupos del crimen organizado han prohibido publicar noticias relacionadas con el narcotráfico. “Se les impide dar nombres, informar de ejecuciones, relatar el impacto que el crimen organizado causa en la gente. Hay un seguimiento estricto de lo que se publica”, afirma Flores.
En Guerrero, municipios de la región norte (Teloloapan, Huitzuco, Buenavista de Cuéllar y Apaxtla), pero también de la Tierra Caliente (entre ellos Ajuchitlán, Arcelia, Coyuca, Pungarabato y Cutzamala de Pinzón), figuran en la lista de zonas silenciadas.
El 2 de marzo de 2017, el periodista Cecilio Pineda fue acribillado a las puertas de un autolavado por dos hombres que se desplazaban en una motoneta. Al agresor se le encasquilló el arma al cuarto disparo: luego de destrabarla, la accionó dos veces más. Una ambulancia recogió al periodista. Pero éste falleció en el trayecto.
Según la organización Artículo 19, horas antes de su asesinato Pineda había hecho una transmisión en Facebook en la que describió “la situación de profunda inseguridad en Tierra Caliente”.
Dos años antes había sido atacado a balazos. El responsable de la agresión admitió que fue enviado a “darle una advertencia”. El Mecanismo de Protección de Periodistas intentó sacarlo del estado y reubicarlo en la Ciudad de México. Pineda no aceptó.
Se quedó sólo con algunas medidas de protección, un botón de pánico y rondines frente a su domicilio, realizados por patrullas cada cierto tiempo. En octubre estas medidas le fueron retiradas.
Según RSF, Pineda solía abordar la colusión del narco con autoridades locales, y señalar la protección brindada por los cuerpos policiacos al grupo criminal conocido como Los Tequileros.
Apenas caído el periodista, corrieron rumores de que se hallaba al servicio de otra organización delictiva. Balbina Flores asegura que Pineda vivía en condiciones económicas tan precarias que no hay indicio alguno que pudiera confirmar los señalamientos.
RSF considera este caso como uno de los más representativos de lo que vive un periodista en una zona silenciada.
El “Estado de Miedo” llega en Guerrero a tal punto que los propios periodistas se oponen a que sus casos se hagan públicos. El crimen organizado suele llegar directamente a ellos: “Te dijimos que no hablaras. Si esto sigue vamos contra ti”.
De manera que lo mejor es guardar silencio. Resignarse a habitar en una zona silenciada.
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