El asesino es el sucesor de “El Grande” y de “El 5”, tras la deserción de Melissa Margarita Calderón Ojeda “La China”, ahora relegada por “Los 28” en el mando criminal de Dámaso López Serrano “El Mini Lic”.
En el último mapa delictivo elaborado por autoridades federales y militares, el sicario identificado como “Lucifer” es, desde el 17 de junio de 2015, el nuevo brazo armado de las llamadas Fuerzas Especiales de “Los Dámaso” en La Paz.
El jefe de sicarios había pasado inadvertido hasta que, tras la detención del matón Abel Nahúm Quintero Manjarrez “El Grande”, ocurrida el 28 de mayo, apareció en videos y fotografías participando en la tortura y asesinato de narcomenudistas de grupos rivales.
Las primeras investigaciones federales y militares indican que el pistolero de entre 20 y 25 años de edad, es el sucesor natural de “El Grande” y de Adrián medina Velázquez “El 5” o “El Moreno”, después de ser detenidos el 28 de mayo y el 17 de junio, respectivamente, por fuerzas de seguridad de los tres niveles de gobierno.
El sicario asumió el mando criminal de la organización criminal del capo Dámaso López Serrano “El Mini Lic” en La Paz, luego de que Melissa Margarita Calderón Ojeda “La China”, integrara su propia banda delictiva, porque, según el novio de la asesina, “estaba dolida y encabronada por haber sido relegada del mando criminal por los hermanos Jorge Alberto, Felipe Eduardo y Carlos Alberto Guajardo García, ‘Los 28'”.
Un agente de investigación indicó que las autoridades federales y militares “actualmente recaban información sobre la identidad verdadera del incógnito sicario, de quien no tienen mayores referencias personales, sociales y familiares de su primer circulo, salvo su forma violenta y despiadada de torturar y matar a sus rivales, sin ningún tipo de remordimiento”.
Los agentes de investigación describen a “Lucifer” con un perfil criminal de “asesino a sangre fría”, “despiadado” y “cruel”, lo que deja entrever que en esta guerra de narcos, podría volver a explotar la ola de violencia -tras la aparente calma ficticia-- y haber más casos de narcomenudistas destazados, incinerados y enterrados.
La media filiación del nuevo jefe de sicarios de las Fuerzas Especiales de Los Dámaso, expone a “una persona de complexión delgada, estatura aproximada de 1.80 metros, mentón cuadrado, boca chica, nariz regular, orejas medianas, cejas grandes, ojos negros y caídos, y ojeras marcadas en su rostro y marcas en los nudillos de las manos”.
El criminal identificado
La primera vez que se vio físicamente a “Lucifer”, fue en una videograbación.
El sicario golpeaba despiadadamente a una de sus víctimas con la culeta de su fusil de asalto y pedía información sobre los cabecillas de los grupos rivales de las Fuerzas Especiales de “Los Dámaso”.
“¡Quiero nombres, pendejo!”, gritaba al tiempo de golpear a su víctima, quien se doblaba de dolor y no podía sobreponerse de manera rápida por la falta de aire.
El matón insistía en conocer nombres y las direcciones de sus adversarios en el negocio de la venta, distribución y trasiego de droga al narcomenudeo en La Paz.
“¿Dónde viven esos cabrones?”, preguntaba insistente y pegaba nuevamente en el rostro, cabeza, espalda, estómago y donde cayera.
Vestido con ropa militar, “Lucifer” traía una pistola 9 milímetros fajada en la cintura y unas esposas de acero enganchadas en la parte frontal de sus caderas, y cargaba un rifle R-15.
Con coderas, rodilleras y un chaleco antibalas de color negro, era el único que interrogaba de todo el grupo de entre ocho y diez sicarios presentes en el momento de la tortura, quienes armados con pistolas y rifles, alentaban a quien parecía ser el líder.
“¡Rómpele su madre, ‘Lucifer’! ¡Enséñale a este puto cómo se vive en tu infierno!”, le decían, y sonreían a carcajadas.
El matón volvía a la cargada: “¿Vas hablar?”, recibiendo un “¡Yo no sé nada!” como respuesta, lo que enfurecía al sicario, quien a pesar de las súplicas de “Yo solo soy distribuidor”, “No conozco a los meros jefes” y “No sé cómo se llaman ni dónde viven”, golpeaba una y otra vez a su víctima con la culeta del arma larga.
La grabación no se detiene, como tampoco el matón que observa cómo el atormentado –atado de pies y manos- comienza a desvanecerse y a perder el sentido, hasta caer en el suelo de lo que parece ser una vivienda de dos pisos.
“¡Ya valió verga este puto!”, exclama y pide a uno de sus cómplices: “¡A ver tú! ¡Haz carnitas a ese cabrón! ¡Destázalo! ¡Córtale piernas, brazos y cabeza! ¡Que esos hijos de su puta madre, sepan quién manda aquí!”.
La grabación de este video apareció en el teléfono celular del sicario Gabriel Antonio Leal Gutiérrez “El 28”, abatido la tarde del 28 de mayo en la colonia Villas del Encanto en La Paz, Baja California Sur, cuando fue capturado el jefe de sicarios de Los Dámaso, Abel Nahúm Quintero Manjarrez “El Grande”, en medio de una balacera que duró alrededor de 45 minutos.
El destino final de la víctima pudo verse en un set fotográfico, tomado posteriormente al video, donde se le ve completamente destazada.
El joven de entre 25 y 30 años, vestía pantalón y playera azul marino, tenis de color café y cabello corto. Su cabeza, brazos y piernas cortadas, aparecen justamente tiradas a un costado del tronco de su cuerpo.
La cabeza está envuelta en cinta de color canela y cubre completamente la boca de la víctima y, según los agentes de investigación en el caso, fue tapada para evitar que los gritos pudieran llegar a oídos de los vecinos de la casa de seguridad, localizada en Calle Villa Leititia número 322, entre Villa Nahomi y Villa Ceibei, Colonia Villas del Encanto en La Paz.
La del día de la grabación fue una jornada sangrienta para las Fuerzas Especiales de “Los Dámaso”.
A un costado del torturado que aparece en el video, yace un segundo cuerpo en medio de una laguna de sangre. Vestía pantalón de mezclilla, playera de color azul rey con franjas blancas, trusa roja, calcetas blancas y tenis grises. Los pies y manos estaban atados con cinta canela y cuerda amarilla.
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