Antier al despertar, la Marina lanzó un comunicado inusual: confesó que un helicóptero Black Hawk suyo había sido atacado el domingo por presuntos narcotraficantes cerca de Nuevo Laredo, Tamaulipas.
La nave no fue derribada —de hecho pudo continuar con su vuelo— pero sí perforada siete veces por las balas de sus rivales. Las fotografías del fuselaje vulnerado fueron divulgadas por la propia Secretaría, que agregó que en la batalla resultaron muertas seis personas “del grupo de los agresores”.
Según fuentes, el episodio, que sucedió a 70 kilómetros de Nuevo Laredo, tuvo como objetivo capturar a uno de los célebres hermanos Treviño, creadores del cártel de Los Zetas. Se trata de Enrique Treviño Morales, considerado jefe de esa plaza, hermano de Miguel “El Z-40” y Oscar Omar “El Z-42”.
El enfrentamiento de la Marina se habría dado contra elementos bajo el mando de Enrique Treviño, que domina parte de un Tamaulipas todavía bajo el yugo del crimen organizado.
El episodio referenció de inmediato a lo que sucedió el viernes 1 de mayo en Jalisco Michoacán. En esa fecha el cártel Nueva Generación batió el récord nacional de narcobloqueos para recibir el operativo especial de la Federación.
El episodio emblema fue cuando con lanzacohetes o lanzagranadas de fabricación rusa RPG los narcotraficantes lograron “bajar” un helicóptero del Ejército y mató con ello a nueve oficiales en la zona boscosa del camino entre Casimiro Castillo y Villa Purificación, Jalisco, zona dominada por Nueva Generación.
¿Qué falló? Mucho. Lo principal es que hubo una fuga de información, un “pitazo” al narco que les facilitó estar preparados para recibir a balazos a las fuerzas federales. Las investigaciones oficiales hasta ahora, me dicen otras fuentes confiables, apunta a policías federales como las goteras de esta fuga.
Sin embargo, no fue ese el único error: el helicóptero Cougar llevaba a bordo a 16 militares y 2 policías. 18 en total. La nave estaba haciendo labores de transporte. No era un comando para una operación de fuego. Hubieran sido menos elementos, y habrían volado con mejor artillería. Quizá por ello al encontrárselo, no debieron encarar al convoy de unas cien personas que, según fuentes, trasladaba a Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”, uno de los líderes del cártel Nueva Generación, el considerado el más poderoso de México en la actualidad.
Los operativos para detener a los altos capos de la droga nunca habían sido tan escandalosamente fallidos hasta ese 1 de mayo en Jalisco. Las capturas o abatimientos de varios de los más relevantes narcotraficantes mexicanos se habían dado contundentemente a favor de las fuerzas federales, o cuando menos fallados —no es inusual abanicar varios strikes antes de conectar un buen hit— en total discreción.
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