El mundo del crimen organizado no tiene distinción de género, por lo que existen mujeres que son sumamente peligrosas y que han tenido en sus manos a hombres peligrosos que realizan terribles actos de violencia en Nuevo León, en donde el índice de delitos continúa en aumento.
Un ejemplo de ello es Gabriela Muñiz Tamez, La Pelirroja, de 31 años de edad, quien apareció a finales de diciembre de 2010 colgada de un puente peatonal. Ella era la líder de una banda de secuestradores al nororiente de Nuevo León y estaba en la cárcel. En un momento afirmó sentir un malestar y al ser traslada a un hospital local fue raptada por un comando armado que la rescató y la colgó.
Otro caso es el de Hilda Guadalupe Barrios Ramírez, de 42 años, quien junto con sus hijas Tiaré Sarai Barrios, de 20, y Estefani, con dieciséis años de edad, era de las principales distribuidoras de droga en el sector poniente de Monterrey.
En oriente, Eva, de 63 años, tenía el control de venta de droga en un amplio sector de la localidad de Guadalupe; fue detenida con más de 50 dosis de cristal y cocaína.
Al respecto, Aldo Fasci, secretario de Seguridad estatal, asegura que las actividades criminales de las mujeres en la región es una circunstancia heredada por generaciones familiares:
Estamos entre los primeros lugares donde la mujer participa con el crimen organizado. El sacar a familias completas de vivir del crimen organizado, de que vendan drogas, de que extorsionen, de vehículos robados, de ser parte de la misma delincuencia organizada, ya son familias enteras y por generaciones. En pandillas ya hay casos de tercera generación, en el crimen organizado estamos viendo segunda generación trabajando con alguno de los cárteles, sobre todos los más antiguos, madre e hija; padre e hijo; y hasta padre, hijo y nieto”.
Sin embargo, la presencia de la mujer en los ámbitos de la criminalidad no es cosa del presente siglo, pues en la misma región uno de los casos más recordados tiene por protagonista a una mujer que se dedicaba al robo de carteras en los años sesenta.
Se trata de Ubaldina Castelo Olivares, conocida como La Uba, de quien refieren pisó la cárcel al menos unas 200 veces, pero siempre regresaba a las calles para continuar con el robo de carteras, actividad que comenzó desde que tenía trece años de edad.
La Uba se dedicaba además a desvalijar borrachos, mientras corría por las oscuras calles de la Garza Nieto. Actualmente tiene 65 años de edad, y desde 011 se encuentra presa por el delito de narcomenudeo, lo que evidenció su cambio de giro, de pasar del robo a la venta de droga.
Asimismo, en los anales de la historia del crimen local se recuerda el caso de la famosa Güera de Sabinas, una mujer rubia que subía a autobuses de pasajeros y robaba a las personas a las que dormía con algún químico. De ella, nunca se supo su identidad, y evidentemente jamás pudo ser detenida.
Sobre la participación de la mujer en los actos delictivos, Alberto, un viejo residente de la colonia Independencia asegura que la Policía sabe muy bien que hay mujeres, señoras y hasta viejitas que venden coca y mariguana, incluso confiesa que él mismo puede indicar en dónde viven, quiénes son, porque no es un secreto, aunque detalla que no tiene permitido abrir la boca.
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El secretario de Seguridad Pública asegura que el tema es delicada pero debe ser abordado por todos los sectores, pues no sólo la entidad ocupada el tercer lugar en feminicidios, sino también los primeros lugares en mujeres involucradas con el crimen organizado:
No importa si son carteristas o están en el narco, se ha iniciado un recuento de expedientes de mujeres encarceladas”.
Para responder a esta emergencia se creó el nuevo Centro de Reinserción Social Femenil en las instalaciones que antes ocupaban el de Adaptación para Adolescentes en Escobedo, como el Centro de Internamiento y Adaptación para Adolescentes Infractores en las antiguas instalaciones diseñadas para ellos en el Municipio de Monterrey.
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