Carlos Hoo Ramírez alias “El Cóndor”, escolta y uno de los secretarios particulares del capo, Joaquin “El Chapo” Guzmán, fue sentenciado a 10 años de cárcel.
Y el pago de una multa de 250 días de salario, por el delito de “delincuencia organizada”, informó hoy la Procuraduría General de la República (PGR), El Cóndor fue detenido el sábado 22 de febrero de 2014 en el edificio Torre Miramar, ubicado en avenida del Mar, de Mazatlán, Sinaloa en donde realizaba labores de vigilancia para Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.
Quien fue reaprehendido por elementos de la Secretaría de la Marina que, con ayuda del Gobierno norteamericano, en esos mismos hechos lo ubicaron en el citado edificio de suites. Trece años antes, en 2001, se había fugado ya de la cárcel también de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, para, en los años siguientes, convertirse en uno de los presuntos criminales más buscados del mundo.
La PGR informó sobre la sentencia dictada para El Cóndor en un comunicado de prensa en el que protegió su identidad al señalarlo sólo como Carlos “H”, pese a que ya no aplica el derecho de presunción de inocencia debido que el hombre ya obtuvo una sentencia condenatoria.
La información presentada por la autoridad federal, señala que el Juzgado Tercero de Distrito de Procesos Penales Federales, dictó como pena, 10 años de prisión, más el pago de 250 días de multa.
“El sentenciado, se encuentran interno cumpliendo su condena de sentencia condenatoria de diez años de prisión y 250 días de multa, por el delito de delincuencia organizada, con la finalidad de cometer delitos contra la salud”, señala el boletín de la PGR.
Carlos Hoo, es un ex militar que se convirtió en el empleado más confiable para el Chapo, según indicó Manuel López Osorio, otro ex oficial de las fuerzas especiales que se había unido el círculo íntimo de Guzmán y que fue detenido por la Marina, según documentó el reportaje de The New Yorker.
En el reportaje titulado “La caza de ‘El Chapo’”, The New Yorker publicado en abril de 2018 dio detalles sobre la reclutar de El Chapo, en donde señala que rastrear el celular de El Cóndor, fue un punto clave para la captura.
The New Yorker publicó que por información extraída de teléfonos recogidos en otra detención, la Marina y la DEA comenzaron a centrarse en un traficante llamado Mario Hidalgo Argüello, apodado “Nariz”, “un hombre regordete de mejillas, con un bigote caído y la nariz de un boxeador, torcida. Era un veterano de las fuerzas especiales de México que había cambiado de bando para trabajar para los traficantes.
Cuando Guzmán estaba gastando más tiempo en las zonas urbanas, su séquito se había vuelto muy pequeño. ‘Nariz’ fue parte de este círculo privilegiado, sirviendo como asistente personal de Guzmán y como “chico de los recados”.
“A Guzmán también le gustaba la comida para llevar y, en la noche del 16 de febrero, envió a ‘Nariz’ a recoger un pedido. La vida de Guzmán se había convertido en gran parte nocturna, y cenaron muy tarde. Esa noche, él estaba durmiendo en una casa de seguridad que pertenecía a su ex esposa Griselda López. Por el momento, ‘Nariz’ salió del trabajo, ya era pasada la medianoche. Regresó a su casa en Culiacán, y descubrió que los comandos de la Semar habían estado esperándolo”.
Mario Hidalgo Argüello dio nombres y una dirección, según la revista.
“Justo antes del amanecer, los marinos llegaron a una casa de dos pisos de color crema en Río Humaya, en el barrio de clase media de la Libertad. Había rejas en las ventanas, pero eso era normal en Culiacán. Los infantes prepararon sus armas y se produjo un ariete, pero cuando se trasladaron a romper la puerta de entrada, no se movió. Una puerta de madera que se habría escindido de sus goznes, pero esta puerta era una maravilla de acero reforzado; algunos de los infantes de Marina después la compararon a una bolsa de aire en un submarino. La puerta parecía indestructible. Lo siguiente sería calentar el acero, lo que lo hace más flexible. Pero la puerta estaba hecha a la medida: el interior de la capa de acero estaba lleno de agua, por lo que si alguien trataba de romper hacia abajo, el calor del impacto no se extendería. Los marinos martillaron la puerta una y otra vez, hasta que el ariete tuvo que ser reemplazado. Tardaron diez minutos para poder entrar a la casa”.
Para cuando entraron a la casa en esa ocasión, “El Chapo” ya llevaba 10 minutoscorriendo por un túnel, dice el autor de la pieza.
Poco después de la fuga en el túnel, dice The New Yorker, los marinos detuvieron a Manuel López Osorio, otro ex oficial de las fuerzas especiales que se había unido el círculo íntimo de Guzmán.
“El Picudo”, como se le conocía, cooperó y entregó un detalle significativo. Dijo que había recogido a Guzmán y a su guardaespaldas en un colector de aguas pluviales en las afueras de Culiacán; los había llevado al sur de la ciudad, donde se encontraron con otro ayudante y cambiaron los vehículos. Según López Osorio, el guardaespaldas de Guzmán era su empleado más confiable: Carlos Hoo Ramírez, llamado “El Cóndor”.
Dar seguimiento al teléfono de Ramírez fue lo que llevó a los elementos de la Marina a saber que “El Chapo” estaba en Mazatlán.
“Los agentes, que se especializan en la localización de fugitivos, habían sido capaces de rastrear la señal en BlackBerry de ‘El Cóndor’ al Hotel Miramar de Mazatlán, un edificio blanco de condominios de doce pisos con tres columnas debalcones de media luna con vistas al Pacífico. La tecnología de geolocalización puede rastrear una señal en una manzana de la ciudad o en un edificio, pero no necesariamente determina en qué parte se encuentra el dispositivo. Por lo tanto, en las primeras horas de la mañana del sábado, los marinos se desplegaron formando un perímetro alrededor de la propiedad.
Alguien consultó el registro y descubrió que dos apartamentos se habían alquilado el día anterior. Un equipo de marinos escaló hasta el sexto piso y entró en uno de losapartamentos, donde descubrieron a dos turistas aturdidos que se estaban recuperando de una noche de fiesta. (Uno de ellos, un americano, pensaba que su habitación había sido asaltada porque habían estado fumando marihuana. Los marinos estaban perplejos cuando él sacó, de su cartera, una tarjeta médica para fumar marihuana de California)”, da detalles The New Yorker.
Mientras tanto, agrega, en el cuarto piso, un equipo de seis elementos de la Marina se acercó al departamento 401, donde descubrieron a “El Cóndor” haciendo guardia y con un rifle de asalto. “Levantó su arma sólo por un momento, ya que era obvio que estaba en inferioridad numérica. La decisión de Guzmán de echar por la borda su enorme fuerza de seguridad le había permitido moverse de manera rápida y discreta, pero él se quedó esencialmente indefenso. Los comandos sin ariete entraron a través de una puerta de madera endeble, gritando: ‘Marina’”.
Entraron en un apartamento, cuenta The New Yorker, de dos dormitorios con plantas en macetas, muebles baratos, y un suelo de baldosas blancas. En un dormitorio, los marinos encontraron a dos mujeres: una cocinera y la niñera, que había estado durmiendo con las gemelas de dos años de edad de Guzmán, Malí y María Joaquina.
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