Libros prohibidos en prisión a los Capos del Narco, El gusto, efectivo o aparente, de los criminales por la literatura tiene su límite y autoridades penitenciarias han restringido el ingreso de publicaciones a los penales de máxima seguridad.
“El Sillas”, “La Mojarra” y “El Ciego”, quienes pertenecieron al Cártel Arellano Félix, han sido privados de leer obras literarias como “Cincuenta sombras de Grey”, “Santana y Peña Nieto” y “Doña Perpetua” (Elba Esther Gordillo). Los reclusos deben limitarse a la lectura de los libros que están en la biblioteca de sus lugares de encierro
Apenas si saben leer de corridito. Algunos balbucean cada palabra por sílabas. Sus mejores antecedentes como lectores los tuvieron en las páginas rojas de los diarios y en el popular “Libro policiaco de color”. Más bien, sus andanzas en el mundo del crimen nutrieron la expresión de numerosos periodistas y escritores.
Ahora, con prolongadas condenas en prisión o engorrosos y lentos procesos penales, no son pocos los reos que pretenden refugiarse en la literatura que en sus años mozos repudiaron.
Se trata de los delincuentes más peligrosos de México, quienes en distintas cárceles de máxima seguridad protestan ante los criterios directivos de restringir el ingreso de publicaciones. Política, pornografía, erotismo, historias de malandros, narraciones sobre centros penitenciarios y textos subversivos, eran temas vedados. Hoy, el catálogo de contenidos prohibidos fue generalizado.
Durante 2017, al menos trece prisioneros formularon reclamos ante tribunales por las determinaciones de las áreas educativas de los Centros Federales de Readaptación Social (Ceferesos). Traficantes de drogas, secuestradores y homicidas solicitaron el amparo y protección de la Justicia de la Unión para que la autoridad administrativa suavice su rígido esquema cultural.
A partir de este último marzo, en sesión ordinaria del Consejo Técnico Interdisciplinario del Cefereso de Puente Grande, Jalisco, se decretó la restricción del ingreso y uso de libros y revistas en general. La orden, convertida en una circular, incluye a todos los internos. Publicaciones hay muchas y variadas para todos los gustos en las bibliotecas de presidio, justifican los encargados.
A finales de septiembre de 2014, se tuvo el caso del recluso Melvin Gutiérrez Quiroz, sicario del Cártel Arellano Félix, a quien se le restringió el ingreso de dos revistas relacionadas con el arreglo y modificación de automotores, al estilo de los barrios latinos de los Estados Unidos. Junto a los vehículos de colores y formas llamativas, aparecían modelos femeninas en bikini o traje de baño. El área educativa calificó el arte gráfico como “desnudos”. Un año después, aquél hombre privado de la libertad ganó un recurso y obtuvo sus publicaciones.
En 2015, el también miembro de la organización criminal que encabezaron por más de tres décadas los hermanos Arellano Félix, Manuel Martínez González “La Mojarra”, fue limitado de que se le entregara la colección de tres libros de la obra erótica “Cincuenta sombras de Grey”, de la autora británica E.L. James, la cual le fue llevada al penal federal de Los Mochis, Sinaloa, por familiares del reo. La autoridad justificó su negativa al acceso de las piezas literarias bajo el argumento de que el material impero no cumple con la normatividad aplicable.
La notoria trilogía de James, que revolucionó el mundo editorial en 2012 con más de 125 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo e incluso llevada al cine, despertó pasiones entre otros encarcelados. Nuevamente, en Puente Grande, en 2016, Saúl Montes de Oca Morlett “El Ciego”, expolicía judicial metido al narcotráfico en Tijuana, demandó la entrega de sus “Cincuenta sombras”, al alegar que los funcionarios de la penitenciaría “transgredían su derecho a la información, educación, cultura e ilustración”. Su reproche no tuvo eco.
En el año que transcurre, primero fueron diez los cautivos del Cefereso 2 “Occidente”, los que ya no recibieron las publicaciones que les remitieron sus parientes. Se enteraron de la nueva disposición que prohíbe la presencia de cualquier libro o revista que no forme parte del acervo de la biblioteca.
Entre los contrabandistas, sicarios y plagiarios que remilgaron por la medida, se menciona a Héctor Huerta Ríos “La Burra”, J. Jesús Amezcua Contreras “El Rey de las Metanfetaminas”, Álvaro de León Valdez “El Duby” o “El Narcosatánico”, José Antonio Malcom Fararoni “El Tiroloco”. También figuran Cándido Ledesma Campos “El Roca”, Mariano Sierra Santana “El Negro Viagra”, Raúl Villa Ortega “El R”, Miguel Armando Morgan Hernández, José Luis Rojas Rocha “El Borracho” y Rafael Romo Bárcenas “El Coyote”.
Un tribunal estimó que la determinación del centro carcelario no vulnera los derechos humanos de los quejosos a estar informados y tener acceso a la cultura.
El asunto más reciente de convictos que solicitaron la protección constitucional de un juez federal, en el mismo penal, son los presuntos traficantes de narcóticos.
Juan Francisco Sillas Rocha “El Sillas” o “El Ruedas”, y el recientemente extraditado a los Estados Unidos, Juan José Álvarez Tostado Galván “El Hereford” o “El Compadre”. También, el poeta y preso político, Leonel Manzano Sosa. A ellos se les denegó el ingreso de libros de toda índole.
En la dirección de la cárcel de máxima seguridad, en el Estado de Jalisco, ubicado a escasos 18 kilómetros de la occidental ciudad de Guadalajara, quedaron aseguradas precautoriamente las obras:
– “Gengis Kan”; novela del autor José Frèches, de Ediciones B, tapa dura.
– “El gatopardo”; novela del italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa, de Alianza Editores.
– “Impressionist and modern art”; libro importado, The A. Jerrold Perenchio Collection, de Prestel Publishing.
– “Doña Perpetua: El poder y la opulencia de Elba Esther Gordillo”; de los autores Arturo Cano y Alberto Aguirre, de la editorial Debolsillo, Grijalbo Mondadori.
– “Santana y Peña Nieto, el despojo de una nación”; autoría del insigne profesor Enrique Ávila Carrillo, autor independiente.
“El Sillas”, “El Compadre” y “El Manzano” están a la espera de que sus juicios de amparo se resuelvan favorablemente; sin embargo, en otros asuntos similares, jueces de garantías han fallado en el sentido de que las autoridades carcelarias “están facultadas para imponer medidas de seguridad a quienes se encuentran internos en ese tipo de establecimientos, incluso, tomar decisiones relativas al acceso a publicaciones consistentes en libros y revistas, a fin de mantener la seguridad de sus instalaciones”.
La única limitante para que los directivos penitenciarios hagan valer las facultades que tienen para administrar, organizar y operar adecuadamente un centro federal de reclusión, estriba en “no hacer nugatorio el ejercicio o reconocimiento de los reos a estar informados y tener acceso a la educación y cultura”, entre otras prerrogativas.
Famosos traficantes de drogas prohibidas en México han manifestado su gusto, real o ficticio, por la lectura durante su reclusión en las férreas cárceles de máxima seguridad. Joaquín “El Chapo” Guzmán, exjefe del Cártel de Sinaloa, leyó en 2016, durante su estancia en el penal del “Altiplano”, el clásico “El Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes, y poco después, el título de superación personal, “Una vida con propósito”, del pastor evangélico Rick Warren.
Por su parte, el apodado “Jefe de Jefes”, Miguel Ángel Félix Gallardo, legendario líder del “Cártel de Guadalajara”, cuando estuvo en la misma prisión que Guzmán, revisó más de 77 títulos de diversos géneros de literatura, dentro de la programación de la biblioteca del centro. Entre los textos consultados resaltan: “La Biblia”, “Libros escogidos”, “Salma Hayek”, “Visiones de la muerte” y “La Batalla del irlandés”, según un memorándum firmado por la entonces titular del Área Técnica.
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