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Kate del Castillo y el Chapo, No se baja vivo de una cruz”. Nunca, sobre todo cuando se sube por propio pie

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El intento de victimización de la actriz Kate del Castillo no funciona o le funciona mal. Su serie de tres episodios en Netflix no la hace mejor.

Su incursión en la vida de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, en poco ayudó a los mexicanos a entender el terrible fenómeno del narcotráfico y del crimen organizado en el país: la postura de Kate es una impostura.

1.- Kate es una actriz muy menor. Su aportación actoral no es una aportación estética, es sólo de entretenimiento. Kate no es ni Dolores del Río ni Silvia Pinal ni Pina Pellicer ni Ofelia Medina ni Diana Bracho. Su pobreza interpretativa no da para más. Ya alcanzó su alto grado de mediocridad.


2.- Quien juega a la ronda con el lobo sale lastimada. ¿Alguien reivindicaría a alguna actriz japonesa juntándose con el jefe de la Yakuza, a una actriz rusa con el de la mafia de ese país, a una centroamericana con la Mara Salvatrucha? ¿Y todo para firmar un contrato de negocios? El mundo al revés.

3.- Kate no fue a hacer periodismo, fue a hacer negocios con el Chapo. Diferente a la entrevista que sostuvo Julio Scherer con el Mayo Zambada: “Si el Diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos…”.

4.- Despechada, Kate insulta a Sean Penn, quien la usó, obvio, pero él sí intento hacer periodismo. Sean dejó a Kate en el clóset. No lo hizo con Madonna ni con Scarlett ni con Robin ni con Charlize. Hay niveles.

5.- Es triste ver a admirados periodistas sumarse a la farsa: Lydia Cacho, Diego Osorno, Sanjuana Martínez.

6.- Kate se asume derrotada, pero triunfa en Netflix.

7.- Como dice el güero Castañeda: el tema de la misoginia está un poco tirado de los pelos.

8.- Kate no ha abanderado ninguna causa social, compara su caso con Ayotzinapa y las manifestaciones civiles de la sociedad mexicana, es un exceso del exceso.

9.- ¿Qué hizo Kate cuando sucedieron los terremotos? Instagram. Pagada de sí misma, estuvo casi ajena. Ni es Gael ni Diego, menos Belinda.

10. En Queremos tanto a Glenda escribió Julio Cortázar: “En la altura intangible donde la habíamos exaltado, la preservaríamos de la caída, sus fieles podrían seguir adorándola sin mengua; no se baja vivo de una cruz”. Nunca, sobre todo cuando se sube por propio pie.
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