Antes de 2010, Monterrey era reconocida como una de las principales ciudades del país debido a su prolífica industria, que tuvo un alto desarrollo en los últimos 30 años. Sin embargo aquel año dio inicio una crisis de seguridad que derivó en una económica; el narcotráfico tomó la ciudad.
Rodrigo, un ex policía de Monterrey comenta “existen altos niveles de corrupción entre algunos de los agentes municipales, teníamos que pagar una cuota diaria, eso te obliga a extorsionar a ti también pero no pasa de una que otra multa, algún despistado por ahí que no conozca derechos y haya un intento de detención, pero después se infiltró el narcotráfico, se infiltraron los Zetas”.
“Yo preferí irme de ahí y comenzar a cosechar café en este lado del país, en el sur, porque pensé que ya no la libraba, siendo policía ganas 4 mil pesos mensuales, te tocan uniformes viejos, de armas ni hablemos, hay una que otra ametralladora y quien tiene suerte le toca una pistola, ya casi inservible”, asegura.
Continúa explicando que, “en aquel entonces se infiltraron Zetas como policías municipales, y así poco a poco inició el proceso de reclutamiento, claro que quieres ganar más, tienes hijos, esposa o padres que ayudar, hasta ese grado como sea es ‘amigable’ el asunto, pero si los Zetas te escogen porque vieron que eres bueno en esto ya valiste madres, no te dan a elegir, nada más te avisan, te dicen ’si no le entras con nosotros, a tu familia se la carga la chingada’ y es así como se termina dentro de las filas del narco, decir que no, es aceptar que quieres que te maten”.
Además, agrega que en cuanto a la sociedad, antes de sentir miedo por los tiroteos comenzaron a tener pánico por las constantes llamadas telefónicas, que eran de extorsión, inventaban que tenían secuestrado al hijo, al tío, al nieto, aunque a veces sí era verdad y así hubieron muchas muertes.
Rodrigo narra que “aunque Monterrey no era un territorio que se caracterizara por el paso del narcotráfico, los Zetas estaban intentando crecer como cártel y siendo la ciudad una de las más ricas del país, podrían obtener mucho dinero de todo del esquema de extorsión, de cuotas, que el cártel había impuesto en sus áreas de influencia. Ser policía fue aún más difícil, porque cuando llegó un cártel rival, estaban casi seguros que nosotros, todos estábamos con ellos, así que nos querían hacer confesar. La policía federal sabía que la policía municipal estaba inmiscuida en el narco; ellos tenían informes de seguridad que demostraban que los Zetas nos daban entrenamiento para servirles a ellos para su protección, pero no les importó”.
Recientemente un informe de seguridad del Wilson Center advierte que “tanto en el sexenio de Felipe Calderón, como el de Peña Nieto, los grupos criminales existentes,las rutas de contrabando, ya sea de dinero y armas que ingresan a México o de droga e inmigrantes indocumentados que se dirigen a Estados Unidos, y la conformación de organismos de seguridad “suficientes, eficientes y confiables”, generalmente tienen el soporte de la información oficial que puede aportar la policía municipal. Principalmente en ciudades como Monterrey y Tamaulipas, lográndose la mayor parte del tiempo, vía reclutamiento, entrenamiento y trabajo de inteligencia”.
Al mismo tiempo se asegura que miembros de la policía municipal aceptaron su colaboración en el narcotráfico, afirmando que sus mandos son quienes reciben mayores cantidades de dinero a cambio de la protección que se les brinda, además de las cuotas que ellos deben entregar.
El abogado Marcos Marín puntualiza “la estrategia contra el narcotráfico de Peña Nieto, es tan fallida como la de Calderón, incluso en Washington no les gusta lo que está pasando. El tema es lacerante para una sociedad que ha padecido la producción, el tráfico y el consumo de drogas. Pero lamentablemente Peña combate con discursos y propaganda difundiendo resultados de la lucha emprendida contra éste, como una lucha efectuada desde la televisión, donde le va ganando, porque lo que es en la calle, lleva cuasi perdido el grave problema”.
Rik Steinberg, investigador de Human Rights Wacht (HRW) explica “Cuando asumió la presidencia, Enrique Peña Nieto prometió adoptar una nueva estrategia contra los cárteles del narcotráfico que existen en el país. Las consecuencias de la guerra de Calderón, fueron más de 70.000 personas asesinadas y otras 26.000 desaparecidas, pero él ya le lleva ventaja”.
Agrega que “Peña Nieto sostuvo que, asegurar que policías y soldados respetaran los derechos humanos era una condición indispensable, y no un obstáculo, para reforzar la seguridad. El nuevo gobierno también reconoció que los esfuerzos por profesionalizar a las fuerzas de seguridad debían ser complementados con una formación más eficaz de los fiscales para que pudieran llevar adelante investigaciones destinadas a desarticular los cárteles, la solución que implementó fue recurrir a las mismas fuerzas de seguridad cuyo desempeño había sido cuestionado”.
Puntualiza que Peña Nieto creó una crisis de seguridad demasiado grave como para ser remediada, porque no limpió a sus mandos policiacos, ni federales, tampoco del ejército, “en México las fuerzas de seguridad y los funcionarios judiciales no han inspirado demasiada confianza, porque también algunos mantienen nexos con el narcotráfico”, comenta.
El sociólogo Alexander Vera Durante, explica “la continuidad de la estrategia gubernamental de emplear las fuerzas armadas en el combate a la delincuencia organizada, sigue cobrando factura a Peña Nieto, porque durante su gobierno se han presentado más de una veintena de casos de protección por parte de algunos mandos militares, federales o policías a cárteles de la droga.
Vera Durante puntualiza que “las autoridades militares confesaron tener pruebas e informes de que la policía Judicial Federal Militar, ha acreditado y hace constar el involucramiento del personal naval perteneciente a la Secretaría de Marina (SEMAR), con integrantes de los Caballeros Templarios, el cártel del Golfo y Zetas”.
Apunta que, “uno de los casos más recientes se dio en 2013, la Base de Operaciones Mixtas (BOM) informó la detención de siete presuntos delincuentes, el aseguramiento de ocho kilos de marihuana, una granada de humo y tres vehículos, además de armas de fuego, en una ciudad del norte del país”.
Dicho sea de paso, agrega “en la acción participaron las fuerzas de Seguridad Pública Estatal, Policía Federal, Secretaría de la Defensa (SEDENA), Secretaría de Marina (SEMAR), así como agentes del Ministerio Público del Fuero Común y Federal. Lo que nunca se dijo es que minutos antes de esa detención, un teniente de Caballería, que iba al mando del personal, dejó escapar a una persona, al parecer líder de la célula delictiva capturada. Este hecho trascendió hasta que habitantes de la ciudad fronteriza enviaron una carta anónima a la SEDENA, denunciando reuniones entre presuntos miembros del Cártel del Golfo y militares”.
Steinberg advierte que “si este gobierno continúa apoyando todos los aspectos de la “guerra contra el narcotráfico” de Caderón y de lo único que prescinde es del nombre de esa estrategia, Peña Nieto podría comprobar en el futuro próximo que su política de inseguridad sí dio frutos, como lo demuestra la violencia y los abusos continuos, que han tenido un saldo devastador en términos de vidas humanas y que promete seguir agravándose.”
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