La emergencia mundial por el nuevo coronavirus no solo ha pegado a más de 300 mil habitantes en 176 países y a su economía, sino que también ha tenido efectos indirectos: ha impactado a los cárteles de la droga. Con la propagación del COVID-19, los proveedores en China que abastecen todo tipo de insumos a los grupos criminales mexicanos han agotado sus reservas y los cárteles empiezan a sentirlo.
De acuerdo con una investigación de InSight Crime, en China, país donde comenzaron los contagios por el nuevo virus, es también donde se provee a los grupos del crimen organizado artículos que van desde objetos de lujo falsificados hasta precursores químicos para la elaboración de fentanilo.
De acuerdo con un reportaje del portal Vice y citado este lunes por el analista en temas de seguridad Alejandro Hope en el diario El Universal, los principales cárteles del narcotráfico están enfrentando problemas para conseguir en China los precursores químicos para la producción de fentanilo y metanfetaminas.
Esta situación está generando un incremento notable en los precios. Según la información de Vice, el precio al mayoreo de un kilo de metanfetaminas en México subió más del doble desde el inicio del año.
Pero ese es sólo el primero de los problemas que enfrentan las organizaciones del narcotráfico mexicano, advirtió Hope. Y es que señaló, en la medida de que se reduzca el flujo comercial y de personas entre Estados Unidos y México, consecuencia de la disrupción de cadenas productivas y de la contracción económica, en paralelo a un endurecimiento de los controles fronterizos para frenar la expansión del virus, se va a volver más difícil para los grupos criminales mexicanos contrabandear droga al país vecino.
A lo anterior, hay que añadirle una casi inevitable caída de la demanda estadounidense de drogas. Con amplias zonas de Estados Unidos en virtual cuarentena, los usuarios van a tener problemas para salir a buscar las sustancias que consuman. Asimismo, algunos canales tradicionales de distribución (la venta en la vía pública o la comercialización en bares o fiestas) se van a atascar como resultado de un distanciamiento social prolongado.
El efecto combinado, advirtió el especialista en temas de seguridad, va a ocasionar una contracción drástica en la economía del narcotráfico.
Respecto a la posibilidad de que los grupos criminales podrían sustituir ese ingreso con otras actividades, Alejandro Hope dijo que es posible, pero en muchos giros, la situación luce igual de desalentadora.
Puso como ejemplo el delito del tráfico de personas, el cual también enfrentará algunos de los mismos problemas que el trasiego de drogas: un endurecimiento de las fronteras y una reducción acelerada de la demanda (laboral).
Sobre el robo de combustible, el especialista señala que ante una economía catatónica, va a redundar en una disminución notable del consumo de gasolina y en una caída considerable de precios del combustible lícito.
Respecto a la extorsión y secuestro, Alejandro Hope advirtió que en las semanas o meses de cuarentena, con la mayoría de los comercios cerrados ¿a quién van a extorsionar? Con casi nadie en las calles ¿a quién van a secuestrar?, se preguntó.
Resaltó que el problema para los criminales se exacerbaría si se llegase a la suspensión de garantías y al toque de queda.
Destacó que es posible que es posible que algunas organizaciones criminales intenten capturar algunos mercados emergentes como el medicamentos, alimentos o insumos médicos o incluso, incursionen en diversas formas de contrabando hacia el país (es decir, en sentido contrario al habitual). Pero armar esa logística toma cierto tiempo, tal vez mayor al que dure la emergencia sanitaria, señaló Hope.
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