Reclutados y entrenados por Ismael Zambada Imperial, el Mayito Gordo, los integrantes del grupo de los Ántrax recibieron en 2007 la encomienda de la seguridad de Ismael Zambada García, el Mayo Zambada, y de Vicente Zambada Niebla, el Vicentillo, pero en 2013 se les asignó la misión de cerrarle las puertas de Sinaloa a la organización delictiva de los Zetas.
Cuando Zambada Imperial le planteó a Zambada Niebla la necesidad de tener una red de protección que abarcara la zona centro de Sinaloa, la pregunta nunca fue para qué, sino con quién integrarla. “Con raza de la calle, gente brava, morros con huevos, que hay muchos”, fue la respuesta.
La tarea más difícil fue encontrar al jefe de la banda. Los pistoleros de los Zambada recorrieron colonia por colonia de Culiacán preguntando quién era el mejor pandillero hasta reclutar al menos a diez de estos. Uno repuntó en el uso de armas y en los entrenamientos que les dio un instructor israelita, experto bélico, traído para tal fin.
Rodrigo Aréchiga Gamboa, de 19 años en aquel tiempo, poseía el perfil perfecto. Frío, entrón, obediente. Atendía un negocio de tacos en la colonia Hidalgo pero seguía como jefe de varias pandillas de Culiacán. Traía consigo las secuelas de la violencia intrafamiliar pues su madre quería internarlo en un centro de readaptación social pero una hermana lo adoptó y quiso inútilmente reencauzarlo.
Tras asignarle algunas pruebas y calarlo durante seis meses, los hijos del Mayo Zambada lo pusieron al frente de la estrategia para protegerlos a ello y cuidar también la red de narcomenudeo en Culiacán. Aréchiga Gamboa, a manera de presunción, les dijo a sus cofrades que él era como el ántrax: una vez que tienes contacto con la bacteria, ya estás muerto. Por eso lo bautizaron como el Chino Ántrax y a la organización criminal como Ántrax.
Desde entonces se les conoce como los Ántrax al ejército de pistoleros que protege la vida del Mayo Zambada y sus hijos. Primero en Culiacán y el Valle de San Lorenzo, luego en los municipios del centro del estado y finalmente en los estados de Sinaloa, Sonora, Durango, Chihuahua y Coahuila.
En 2008, al ser atrapado y encarcelado Vicente Zambada Niebla, el Chino Ántrax le juró lealtad al Mayo y se convirtió en jefe de la plaza de Culiacán. Fue así como creó una estructura propia nombrando a René Velázquez Valenzuela, el Sargento Phoenix, como su lugarteniente. Antes, este personaje operaba el narcomenudeo en el sector sur de la ciudad.
Al Sargento Phoenix se le encomendó, con la caída del Vicentillo, armar la telaraña de punteros en el municipio de Culiacán. Todas las colonias, calles, carreteras, caminos y casas de seguridad deberían ser amuralladas para detectar la incursión de militares o federales en tanto se desarrollaban operaciones del cártel de Sinaloa.
Posteriormente, ya calados por el cártel de Sinaloa, los Ántrax recibieron la orden en 2013 de contener la entrada a Sinaloa de los Zetas, organización que ese año se fragmentó para constituirse en varias células delictivas dirigidas por desertores del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE).
En la primera comunicación que tuvo con su familia después de ser detenido en Holanda, cuando el 31 de diciembre de 2013 festejaba la llegada del año nuevo, el Chino Ántrax le envió un mensaje al Sargento Phoenix: que por ningún motivo abandonara la misión que les acababa de encargar: el Mayo Zambada.
La muerte del virus Ántrax en Culiacán
Al momento en que el Sargento Phoenix, su guardaespaldas, el Cali, y otros pistoleros fueron muertos por el Ejército en la colonia Hidalgo, estos integrantes de los Ántrax eran los responsables de tender cercos de vigilancia en Sinaloa contra los Zetas y abatirlos en cuanto ubicaran la presencia de uno de ellos en el santuario del cártel de Sinaloa. ¿Ya tiene listo a los sucesores el Mayo Zambada?
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