La información se obtuvo después de varias entrevistas y testimonios en Tláhuac. Uno de nuestros reporteros visitó la zona donde abatieron al sobrino de Felipe de Jesús Pérez Luna, El Ojos, para saber más de su familia, más de él y su legado, pero nos encontramos con esta historia.
Felipe no tuvo guía, no tuvo un ejemplo. No sólo la carencia material lo hacía cometer actos que no quería, sino la carencia de un padre y una madre. Se hacía cargo de sus hermanos y desde que estaba en la secundaria “tenía fama de raterillo”. Algunos dicen que era adicto, otros señalan que sólo tomaba cerveza.
Los vecinos cuentan que hay una mujer que lo quiso como una madre y que lo cuidó, al igual que a sus hermanos, como si fuera su hijo. Les daba de comer, los vestía y en algunas ocasiones, las menos, les metía sus regaños.
Felipe de Jesús le decía “el aeropuerto” y desde que era adolescente llegaba a la casa de la señora para que les vendiera cervezas de contrabando. Le llevaba dinero cada que podía y con eso no sólo comía él, sino sus hermanos.
“El aeropuerto” era el punto de reunión con sus amigos, para tomar, para platicar, y años después para probar armas. Se sabe que hacían una montaña de arena y disparaban contra ella para revisar que las armas que le llegaban estuvieran en buen estado.
Pos cuestiones de seguridad no se revelará el nombre ni la ubicación de la casa, pero está muy cerca del lugar donde abatieron a El Ojos y muy cerca del famoso tianguis donde la mujer trabaja.
Uno de los vecinos cuenta que en alguna ocasión uno de los hombres de Felipe se metió con la señora, intentó extorsionarla. La mujer llamó a su casi hijo muy preocupada y de inmediato El Ojos mandó llamar a su gente.
Los reunió frente a la señora y les dijo que ella era como su madre, que era intocable y que el que se atreviera a meterse con ella aparecería muerto y su familia también.
El Ojos siempre fue dadivoso y agradecido por lo que la mujer había hecho por él y por sus hermanos. Se sabe que de vez en vez pasaba a verla y le dejaba dinero para sus medicamentos y sus idas al doctor.
Si a alguien le dolió la partida de Felipe fue a aquella señora que lo cuidó desde niño, que le daba de comer, que le decía que se cuidara, pero nunca se metió en el trabajo que él realizaba.
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