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¿Se trata de detener a criminales o de “abatirlos”?

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México.- En la Ciudad de México existe la mayor fuerza de seguridad pública del país. En número de efectivos, en armamento, en profesionalización.Por eso, el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, puede ofrecer su “ayuda” a otras entidades federativas que no cuentan con policías profesionales.

De ahí que resulte tan absurdo el operativo en Tláhuac.

¿Qué se buscaba, detener o exterminar, “abatir” para usar el término oficial, a un grupo de narcomenudistas?

¿Qué sentido tiene la participación de marinos, vestidos de civiles según testimonios de vecinos, en este operativo?

¿Por qué no fue avisado el gobierno de la Ciudad de México?

Y digo que no le informaron porque, obvio, hubiese habido un operativo para evitar los graves bloqueos e incendios de autobuses que siguieron a estas ejecuciones.

Las fotografías muestran a presuntos criminales “abatidos” en una casa… ¿Había orden de algún juez para entrar? ¿O vamos a quedarnos con la versión oficial, machote idéntico en todos los operativos de Fuerzas Armadas, donde los marinos fueron atacados y repelieron este “ataque”? Ya no hablemos de la fuerza letal mostrada, ni un rasguño para ellos y ocho muertos en la otra parte del “combate”.

Miguel Mancera salió a dar cara, a enredarse con sus propias declaraciones incluso, porque tenía que decir que sabía… aunque no fuese cierto, y que por otra parte no eran peligrosos… no era un “cártel”, no era un asunto que estuviese en la subprocuraduría federal encargada de investigar al crimen organizado, repitió una y otra vez.

¿Entonces, por qué intervino la Semar? ¿Por qué los marinos? ¿Qué no hubiese sido mejor sitiar la colonia donde estaban los “narcomenudistas” con 2 mil o 3 mil o más policías de la Ciudad de México? ¿Y los policías federales, por qué no fueron ellos los responsables de este operativo?

¿Había orden de aprehensión? ¿Contra los 8 muertos? ¿Qué juez la obsequió, basado en qué presunciones de delitos, dentro del nuevo sistema de justicia penal?

¿Cuántos muertos pueden llevar encima las Fuerzas Armadas sin que haya una reacción, nacional o internacional, a las razones, a las órdenes recibidas para ejercer indiscriminadamente su fuerza letal?

En provincia, lo sabemos, muchos gobernadores no han hecho nada para profesionalizar, siquiera capacitar o dotar de armamento a sus policías. Por eso no pueden confrontar a criminales con armamento muchas veces superior. Eso no sucede en la Ciudad de México… ¿Es qué la policía que depende de la Secretaría de Seguridad Pública, más la que existe en la Procuraduría de Justicia, no podían someter a los narcomenudistas, no tenían capacidad para ejercer una orden de aprehensión?

¿Qué no debe haber órdenes de cateo firmadas por un juez para entrar a una casa? ¿O la “batalla”, el combate, el haber sido “agredidos” por los narcomenudistas lo justifica?

Son preguntas, muchas, dónde debemos incluir cómo queda frente a este operativo, de cara a los muertos, frente a los bloqueos, Miguel Ángel Mancera que ha dicho que va a intentar convertirse en candidato presidencial.

¿Quiénes salieron ganando con este operativo?

Porque si con muertos, con “abatir” a todos los presuntos criminales, se soluciona la violencia, se destruye el crimen organizado, tenemos malas cuentas. Y peores resultados.

¿Cómo vamos a sentirnos seguros en la Ciudad de México si para “detener” a un grupo de narcomenudistas, que no eran “criminales peligrosos”, vivimos la jornada que se vivió en Tláhuac? ¿Cómo vamos a confiar en una policía de muchos miles, preparada, armada, entrenada, bien dirigida que no es utilizada? Como que fue una mentada para Hiram Almeida, Miguel Ángel Mancera y muchos millones de habitantes de la Ciudad de México…

Y qué sigue, para la Ciudad, y para Mancera…
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