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Hipolito Mora: "Si veo al "Virrey" Castillo me le echo encima aunque sea Karateca"

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El mensaje fue así, literal: "¡Que Alfredo Castillo vaya y chingue a su madre!". Apenas había sido notificado que el magistrado de la Séptima Sala Penal del Poder Judicial del Estado lo había exonerado a él y 26 de sus hombres por el sangriento enfrentamiento del 16 de diciembre, donde perdieron la vida 11 personas, entre ellas su hijo, Manolo. 

Aún estaba en su celda cuando recibió el mensaje del director del penal, "un buen hombre, una extraordinaria persona", diría Hipólito Mora. "Aquí está el licenciado, Alfredo Castillo; quiere hablar con usted, Don Hipólito", le anunció el encargado del penal Mil Cumbres, Alejandro Maciel. 

"No lo quiero ver. Dígale que vaya y chingue a su madre. No tengo nada que hablar con él", respondió el emblemático líder y fundador de los grupos de autodefensa, aquél grupo civil que se armó y desterró, antes que nadie, al poderoso y hegemónico cártel de Los Caballeros Templarios, allá, a principios del 2014. Y retó: "Si lo veo enfrente de mí, me le echo encima, aunque sea karateca". 


"Me quiso callar la boca; me prohibió que hablara con ustedes los medios", citó. Es la primera conferencia de prensa que otorga desde su salida del penal, donde cumplió dos meses de encarcelamiento, el segundo desde el levantamiento armado. "Le molesto que dijera que Michoacán estaba hecho un desmadre. Me pidió que no hablara con los medios", comentó. 

El encuentro va más allá de las formalidades. Se da en las puertas de su casa. Al lado, algunos de quienes le acompañaron en el cruento enfrentamiento del 16 de diciembre; también durante las largas horas de más de 60 días en las celdas del penal. 

En los accesos del pueblo, de unos 7 mil habitantes, sólo quedan restos de lo que fueron las barricadas, tiroteotedas por todos lados. Ya no se ve a la Fuerza Rural. Ahora sin militares quienes controlan los filtros, unos diez por lo menos, para poder ingresar a La Ruana. Mora insiste con "el Virrey" Castillo. La cólera, el enojo es signo evidente en su rostro. 

Lo traicionó y, de pasó, le pidió que traicionara a su compañero y "hermano" de armas, el doctor, José Manuel Mireles Valverde, el líder de las autodefensas en Tepalcatepec, también preso en un penal de máxima seguridad del norte del país por los delitos de posesión de arma de uso exclusivo del  Ejército, droga y dinero. "Me pidió que aventara al doctor Mireles; que lo hiciera pedazos. 

Yo le dije que no me iba a prestar a a eso; que yo no era ese tipo de persona", enfatiza. Hipólito Mora recuerda que cedió a mantener la "boca cerrada". A cambio, Castillo debería promover programas de empleo para los habitantes de esta zona, la de mayor producción de cítricos del país. 

También una camioneta blindada y un millón de pesos para solventar los gastos del primer procesos penal que enfrentó por su presunta participación en las muertes de Rafael Sánchez Moreno, El Pollo, uno de los líderes de las autodefensas y de José Luis Torres Castañeda, alias el Nino, quienes fueron encontrado muertos e incinerados en una camioneta, cerca de la cabecera municipal. Castillo, nunca cumplió. Es más, lo metió por segunda ocasión a prisión. Hipólito se mofó: "Me enteré que Castillo se haría cargo del deporte -la CONADE-, pero no dudo que en lugar de dar balones reales, de balones cuadrados. 

Así es él. Empero, al final, un buen deseo: "Que se vaya a cambiarle los pañales a su hija y que la abrace mucho".
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